Teatres del Farró

En 2017 abrimos un pequeño teatro, La Gleva, en el barrio del Farró. La revista Time Out lo definió como el lugar más underground de la upperdiagonal. En 2018, La Gleva recibió el Premio Catalunya al Mejor Proyecto de Futuro del Teatro Catalán; en 2020, la Medalla de Honor del Ayuntamiento de Barcelona, y Premios de la Crítica por nuestras producciones en varias ocasiones…

Mario Gas, Marta Angelat, Pep Munné, Ramon Simó, Magda Puyo, Pepa Plana, Anna Güell, Tortell Poltrona, Albert Arribas, Ángel Pavlovsky, Jango Edwards, Vicky Peña… Decenas de los grandes nombres de la escena catalana han participado en montar obras de autores contemporáneos del país y los grandes clásicos en un espacio de 135 metros cuadrados para una media de 50 espectadores. Ahora, en La Fàbrica, la segunda pata que conforma Teatres del Farró, nos lanzamos además a afrontar el reto de crecer en un espacio para recibir más de 60.000 espectadores al año.

Para nosotros, el teatro es un arte que se basa en el talento, en la tradición, en la excelencia y con un componente comunitario que es lo que le da sentido desde sus orígenes. El teatro es un espacio de encuentro entre personas, donde a través de la poesía se dicen verdades incómodas, donde los artistas no muestran su obra sino que se exhiben a sí mismos y se ponen en riesgo.

Alguien más podrá decir que es una actividad de ocio, porque todos tienen derecho a expresarse, algo que cualquiera puede hacer. Nosotros, no. Si cualquier persona no puede practicar una cirugía ni cualquiera que tenga un pincel puede tener su obra en una gran colección, difícilmente cualquiera puede oficiar la magia, la ceremonia, el ritual del teatro.

Por eso Teatres del Farró es diferente: queremos a los artistas consagrados más reconocidos y a los jóvenes valores con trayectorias más prometedoras para hacer una programación de excelencia al servicio de unos espectadores exigentes. En la plaza Mañé i Flaquer, Mercè Rodoreda jugaba de pequeña, frente a la puerta de Can Benet, el mismo café donde Unamuno descansaba años más tarde durante su estancia en Barcelona, cuando Neruda vivía en el barrio y era cónsul de Chile en nuestra ciudad. Joan Maragall no llegó a tiempo, por pocos años, de ver cómo en la banda baja de la plaza se alzaba una fábrica de ventiladores, en la confluencia de Vallirana y la calle de la Torre. Ahora esa fábrica, que empezó siendo la Numax, es un nuevo teatro.

¡Bienvenidos!